Karma

KarmaEs una energía metafísica (invisible e inmensurable) que se deriva de los actos de las personas. De acuerdo con las leyes del karma, cada una de las sucesivas reencarnaciones quedaría condicionada por los actos realizados en vidas anteriores.       Es por tanto una creencia basada en las diferentes doctrinas como el budismo, el espiritismo, el hinduismo y el yainismo.       El sustantivo sánscrito kárman significa ‘acción’. Proviene de la raíz kri: ‘hacer’ (según el Unādi Sūtra 4.144). []Es errónea la etimología karana: ‘causa’ y manas: ‘mente’, en boga en Occidente.

La letra n final de karman indica que es un sustantivo neutro. Para analizar sus raíces habría que usar sólo el término kar-ma.       Aunque estas religiones expresan diferencias en el significado mismo de la palabra karma, tienen una base común de interpretación. Generalmente el karma se interpreta como una «ley» cósmica de retribución, o de causa y efecto.       Así como existe en el plano físico existe uno espiritual, y leyes que debemos cumplir, jueces que se encargan de que estas se cumplan que velan las leyes y que castigan cuando trasgredimos las leyes, existe una justicia divina, de la cual no podemos huir.

Ley del karma

Durante nuestra existencia a través de vidas sucesivas, hay una ley divina que rige nuestro comportamiento. Ésta es llamada Ley del Karma, y se funda en los principios de equilibrio y justicia divina. La Ley de Karma también es llamada Ley de Causa y Efecto o Ley de Retribución.

Dicho en pocas palabras, el fundamento de la Ley del Karma es el siguiente: “Todo lo bueno o malo que hacemos (o que tan sólo concebimos o pensamos) a lo largo de nuestras vidas, nos traerá consecuencias o retribuciones para lo sucesivo de nuestra existencia trascendente”.

Por ejemplo, si en una vida nosotros obramos mal en perjuicio de otra persona, de acuerdo a la Ley de Karma, esta acción tendrá un efecto sobre nosotros mismos posteriormente, ya sea en esa misma vida o en una próxima reencarnación. En este caso, ese efecto se traducirá en desgracias o tragedias personales, situaciones adversas, e incluso enfermedades de nacimiento.

De igual manera, y de acuerdo también a la Ley de Karma, cuando se hace un bien y se procede con virtud, el efecto de ello es la retribución con esa misma virtud y esa benevolencia.

La percepción que nos pueden inducir estos efectos o consecuencias, por el desconocimiento de las causas, quizás nos pueda llevar a pensar que Dios es injusto, pero verdaderamente es la devolución de lo dado, y es que simplemente la Ley de karma, como ley de vida que es, debe tener su cause natural e inevitable.

Sin embargo esta ley no se debería entender como castigo, o como una recompensa divina, sino más bien como una consecuencia natural que nuestras propias acciones, actitudes o pensamientos generan por si mismas.

De lo dicho hasta ahora, es importante resaltar la idea de que la persona individual es la forjadora de su propio destino, y que ese destino depende totalmente de la persona misma. Por ejemplo, si alguien nos hace un daño, solemos culparla, sin saber que realmente todo lo que nos sucede es como consecuencia de nuestras propias actitudes y acciones pasadas.

Cuando sentimos envidia, cuando nos aborda la codicia o la avaricia, cuando dejamos que se anide dentro de nosotros el egoísmo, cuando deberíamos ser compasivos y solidarios, y sin embargo somos indiferentes y duros, cuando dejamos entrar en nosotros el sentimiento de venganza, o cuando la llevamos a cabo; entonces es cuando estamos forjándonos para nosotros mismos un futuro triste y desgraciado. En todo ello, la Ley de Karma sólo cumple su misión trascendente y divina.

 
 
 
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